domingo, 18 de abril de 2010

Las "afines femeninas"

No siempre las chicas relacionadas con los chumbalakas lo fueron con fines eróticos. A través del tiempo los miembros del club se relacionaron con chicas con las que se fraguó una amistad sincera y desinteresada. Pero en aquellos tiempos si la libertad era restringida para los chicos, no digamos para las chicas, por lo cual dificilmente éstas podían ser compañeras de viaje en las aventuras chumbalakas. Pero Covy, Esperanza, las "niñas de Tablada", etc., siguen siendo hoy por hoy compañeras en fiestas, paellas, feria y en algunos casos esposas de chumbalakas y afines, como los casos de Irene, Mayka y Esperanza. Probablemente se pueda pensar con los esquemas actuales en el machismo del club, pero la época actual es muy diferente a la de los años sesenta.
Ridículos relatos

Eduvigis


Eduvigis era una chica muy fina, todavía joven pero por decirlo de alguna forma estaba en un tris de que empezase a “pasársele el arroz”.



Se había educado, interna, en un colegio de la Obra, había interiorizado las enseñanzas de don José María en cuanto a la castidad, pero tenía que reconocer que tras una década de dejar los estudios la naturaleza le exigía tributos que no casaban con la educación recibida. Quedó huérfana joven, pero su familia le dejo en herencia unas rentas vitalicias y unas propiedades inmobiliarias que le permitían llevar una vida muelle.



Nunca había tenido carnet de conducir, pero dos meses atrás consideró que había que ir con los tiempos, y como don José María no se había pronunciado al respecto, procedió a sacarse el permiso que le permitiría desplazarse en coche como hacían todas sus amigas.



Logró aprobar el examen en un plazo algo superior del que tardaban en sacarlo los alumnos menos dotados, pero no mucho, el carnet le costó una pequeña fortuna, pero al fin lo tenía, era una mujer de su tiempo.



Se compró un coche, nada fuera de lo común, primero quería coger experiencia antes de comprar un automóvil digno de su categoría. Aunque tenía posibles era muy ahorrativa virtud que aprendió de las enseñanzas de don José María y de su fallecido padre que era prestamista y avaro. En los dos primeros meses cogió el coche dos veces, la primera vez sola y la segunda con sus amigas que declinaron amablemente posteriores invitaciones.



Un viernes al anochecer había quedado con su pandilla de amigas en un bar de copas superfashion al aire libre en el parque. Dudaba entre coger el coche o ir en taxi. Le daba pánico sumergirse en el tráfico, cosa lógica que le pasase a cualquier persona que condujese como ella. Pensó que tenía que ser ahora o nunca, ¡qué le faltaba a ella que tuviesen las demás personas que conducían¡. Una corta pregunta con una larguísima respuesta.



Se sentó ante el volante, metió la llave de contacto y miró por el retrovisor izquierdo, no venía nadie, arrancó y salió, el coche le hizo unos caballitos, sólo durante los diez primeros metros. Después, a base de castigar el embrague, normalizó la marcha. Se incorporó al tráfico de la avenida donde vivía, iba pendiente de los semáforos, en cuanto veía una luz en ámbar comenzaba a frenar prudentemente. Llegó a las cercanías del bar, la acera estaba vacía, era temprano, aparcó a unos metros de la esquina, para salir con el mínimo de maniobras. Quitó el contacto y se sintió relajada y orgullosa por haber sido capaz de tamaña proeza, pero hasta llegar allí había pasado un calvario, don José María la había ayudado.



Penetró en el bar era un lugar muy “cuco”, con tiendas moras y fuentes, como un jardín de “Las Mil y Una Noches”, había gente pero poca todavía, se sentó en un sofá de cojines bajo el toldo de una tienda y procedió a esperar a sus amigas. Pero…No iba a permanecer allí sin consumir nada para que cualquiera pensara que estaba esperando a que alguien se le acercase a invitarla. Pidió una margarita, dulce y refrescante, aunque traicionera si se abusa.



Al poco tiempo comenzaron a llegar sus amigas, Menchu y Lola. Comenzaron a hablar de cosas trascendentes como ¿has visto lo último de Belén Esteban? ¡Vaya como le han dejado la cara¡, y asuntos de esa índole. En esto se acercaron unos chicos que se pusieron a hablar con ellas. El que se acerco a Eduvigis, que pese a su nombre no era del todo fea, era un chico de unos treintitantos años que comenzó a charlar con ella, con evidentes propósitos de seducción, se llamaba Rigoberto era un joven muy varonil, de esos que nunca echarán de un club por no dar la imagen del clásico señorito sevillano.(no se asusten en Sevilla hay algún establecimiento de estos). El cabello ondulado bien peinado, con unos rizitos en el cuello, mucha brillantina. Suave aroma a Gillipyoire Pour Homme en su bien afeitado rostro. Americana de Armani azul, Camisa de marca supercara de tonos rosados, desabotonada en el cuello, por donde aparecían rizos de su vello pectoral, también se podía ver una cadena, gruesa, con una medalla de la Virgen del Rocío de oro. Tenía voz de barítono y cada vez que le dirigía alguna palabra parecía salir de su boca una vaharada de esencias masculinas con olores mentolados que le producían un extraño desasosiego en el bajo vientre, un poco más abajo quizás. Por un momento creyó que se había orinado en el salvabraguitas, tal era la humedad que sentía. Pero pronto se dio cuenta de que en realidad era producto del largo tiempo que llevaba respetando las consignas de don José María. Tomó con él un par de margaritas más. Eran ya las doce de la noche y Rigoberto que era médico y tenía que entrar de guardia tuvo que marcharse. Eduvigis pensó que una vez se hubo marchado Rigoberto, no tenía sentido seguir allí. Se levantó, se despidió de sus amigas y se dirigió a la puerta.



Tal vez fuera por las margaritas, o tal vez por la sobreexposición a la testosterona de Rigoberto, o quizás tal vez por su memez congénita (aunque a esto estaba acostumbrada), se encontraba algo desorientada. Salió a la calle y se dirigió a su coche, había muchos ahora tras el suyo, afortunadamente como lo había dejado el primero de la hilera le sería fácil salir del aparcamiento,



Se acercó al automóvil, cuando iba a introducir las llaves escuchó voces en el interior, se quedó petrificada, ¿Quién podía haber dentro? Abrió la puerta sin necesidad de llaves, comprobó que había alguien dentro, dos personas, hombre y mujer, él estaba sobre ella en el asiento del copiloto, sobre el salpicadero había unas braguitas rosas con encajes blancos. Estaban en plan muy afectuoso, excesivamente afectuoso, él hacía movimientos hacia atrás y adelante con su trasero al aire, los pantalones los tenía bajados por debajo de las nalgas. Hasta entonces no habían reparado en Eduvigis. De pronto Eduvigis gritó ¿Qué hacen ustedes aquí?



El chico se volvió, tenia aspecto de lo que una niña bien como Eduvigis catalogaría como un “macarra”. Contestó: ¿Y a ti que coño te importa?, y cerró la puerta de un fuerte portazo.



Eduvigis se quedó sin respiración, se apartó del coche y se apoyó en el de atrás.

Eduvigis no sabía qué hacer, se quedó mirando a su coche, ahora con los cristales totalmente empañados por la respiración de la pareja. Pensó en irse en un taxi, pero cuando ya estaba convencida, un brusco acceso de amor propio la embargó, ¿Cómo me voy a marchar y dejar mi coche con dos desconocidos dentro como si fuera una nueva variante del fenómeno ocupa?, si me voy no veo más el coche. De nuevo se dirigió a la puerta. La abrió de un tirón: ¿Pero que pretendéis hacer vosotros dos? El macarra se volvió y le dijo: Tía, tu que quieres ¿que te hagamos un huequecito para participar en la fiesta?



A Eduvigis casi le da un soponcio, a ella que se había educado interna en un estricto colegio religioso, educada según las directrices de don José María, que no había conocido hombre (aunque ya iba siendo hora), ¿cómo le hablaban en ese tono?, que si quería participar en una orgía, donde íbamos a llegar, España se estaba llenando de rojos, ateos y degenerados.



Decidió marcharse a casa andando, el coche sólo le había causado ansiedad y disgustos. No obstante cuando trataba de distanciarse del auto su amor propio la vencía, en ese preciso momento sus amigas salían del bar de copas, animada por su presencia hizo un último intento para echar a los ocupas automovilísticos. Abrió la puerta, pero antes de que lograse abrir la boca el “macarra” se volvió hacia ella y le dijo: ¡Tía tu estas pá que te aten¡ Pero…¿Qué has fumao, colega?, Anda, vete a la mierda que yo me voy a echar un polvo tranquilo a otro sitio. El tío arrancó el coche y se fue dejando 50 euros de neumáticos en el suelo.



Las amigas de Eduvigis, no daban crédito a lo que veían, ¿pero qué te pasa Eduvigis? preguntaron.

¡Que me roban el coche!, contestó Eduvigis, mientras se apoyaba en el automovil que tenía detrás.

¡Pero como te van a robar tu coche si estás sentada sobre él!, ¿no ves que al coche que se ha ido le falta la pegatina de “Rajoy comunista, Esperanza presidenta” que llevas tu en el cristal trasero? ¿es que tú te crees que el único Seat Ibiza Azul que hay en Sevilla es el tuyo?, ¡anda mírale la matrícula hija!.

Eduvigis intentó que se la tragase la tierra, pero el suelo estaba muy duro, en cambio le dio un "patatús" y sus amigas tuvieron que pedir agua en el bar para echársela por la cara. Necesitó media docena de Valiums para recobrar la calma



Pedro R. Espejo

Los "afines" del Club Chumbalaka

A lo largo del tiempo fueron muchos los amigos  que por más o menos tiempos  convivieron con los chumbalakas, compartiendo fiestas, juergas y viajes:
Antonio Arcos, Manolo Ferrón, Carlos Haynes, Ulpiano García, Fernando "El Guapo", Pepe "El Marqués", Juan Antonio O´Donnell, Alfonso Vega, Paco "el Charca",, Fernando Martín, etc.,  aunque en algunos casos  dudamos  de que estén orgullosos de que esto se haga público, en otros casos los que no están orgullosos son los chumbalakas. Gente de la más diversa procedencia y trayectoria con los que los chumbalakas pasaron momento inolvidables y que en algunos casos como el de Alfonso Vega, Fernando Martín o Juan Antonio O´Donnell siguen frecuentando.

jueves, 15 de abril de 2010

Diálogos para besugos - Marketing telefónico

Riiing riing.
- Buenos días dígame
- Buenas tardes, somos de Servicios de Comunicaciones Deficientes.
- Bien, y que desean
- Queremos hablar con don Fulano de Tal, para ofrecerle nuestra línea ADSL de banda super ancha para Internet. ¿Es usted don Fulano?
- No, soy mi hijo
- ¿Y cuando vuelve usted?, o su padre, el que llegue antes
- Pues esta trabajando y no tiene una hora fija
- Pero….aproximadamente….
- Pues entre las tres de la tarde y las doce de la noche, para ser preciso.
- Si se puede saber, ¿en que trabaja su padre, o usted?
- En lo que va saliendo
- Y que suele salirle
- Le suelen salir muchos granos, tiene una piel muy delicada.
- Vaya por Dios.
- El otro día le salió uno en la nariz y no pudo ir a trabajar, estaba trabajando en una fábrica de pañuelos, de probador.
- Y ¿ha desaparecido?
- ¿Mi padre?
- No, el grano
- El grano está pero mi padre se ha ido
- ¿Podría hablar entonces con él?
- ¿Con mi padre?
- No, con el grano
- Ha salido
- ¿Dónde?
- Ya se lo dije antes, en la nariz
- Bueno será mejor que llame otro día
- Pero…¿con quien quiere hablar, con mi padre o con el grano.
- Estoy pensando en hablar con la nariz, a ver que piensa de todo esto
- Pues yo le recomiendo que hable con la oreja, porque la nariz no se entera de nada.
- Bueno, pues buenas tardes
- Adiós, buenas noches


Pedro R. Espejo

Diálogos para besugos - Testigos de Jehová


La mujer de Pepe había tenido un pequeño accidente de tráfico aquella misma mañana, nada importante, pero como suele ocurrir no hubo acuerdo en principio sobre quien era el responsable. Se dieron los datos de los respectivos seguros y cada cual se marchó a su casa.

Sobre mediodía, estando Pepe y su mujer en casa llaman a la puerta. Pepe abre la misma y se encuentra con dos chicos, varón y hembra, con caritas de colgados.

- ¿Qué desean?, preguntó Pepe.
- Somos los testigos de Jehová.
- Carmen, ¿como se llamaba el tío con el que te has dado el golpe?, aquí hay dos chicos que han visto el accidente.
- No, no, nosotros no hemos visto ningún accidente.
- ¿Pues no decíais que erais los testigos de no se quién?
- De Jehová, testigos de Jehová.
- Entonces ese tal Jehová o como se llame ¿se declara o no culpable del siniestro?
- No Jehová sólo quiere traernos la salvación.
- ¡Que salvación ni que leches¡ si no ha habido víctimas sólo ha sido un refilón de nada.
- No, que no nos referimos a esa clase de salvación.
- Entonces, ¿de que tipo de salvación habláis?
- Jehová nos ofrece la salvación eterna.
- ¡Anda coño¡ ¿una religión?
- Una religión no, la religión. La que salvará nuestras alma.
- Pero vamos a ver, ¿ustedes no hacen un estudio de mercado para buscar clientes idóneos?, yo soy apóstata, no creo ni en la católica que como todo el mundo sabe en España es la religión verdadera. Soy ateo, gracias a Dios y a mucha honra.
- Pero no hay que pensar sólo en uno mismo, sino en todos los demás.
- Efectivamente, por eso estoy pensando en hacerme donante de sangre.
- ¡Eso es una barbaridad¡ ¡ Jehová prohíbe las transfusiones¡.
- ¡Y dale con Jehová!. Miren ustedes, donaría cabello pero estoy calvo, ¿está Jehová a favor o en contra de la donación de esperma?
- ¿Donación de esperma, para qué quiere nadie esperma?
- Para fecundar mujeres necesitadas, claro.
- Jehová deja claro en qué condiciones se debe fecundar a una mujer.
- ¿Cómo?
- Mediante el acto sexual.
- ¡Hombre, menos mal que estamos de acuerdo en algo¡ ¡El acto sexual, qué buena cosa¡
- ¡Pero el acto sexual no se puede hacer así como así¡
- ¿Y entonces?, ¿Hay que solicitar algún permiso?
- No. El acto sexual sólo debe servir para dejar embarazada a la hembra.
- ¿Y no les parece a ustedes una putada dejar preñada a una tía cada vez que uno quiera echar un polvo?
- Es que el acto sexual no debe ser un vehículo de placer.
- Pues yo he sentido mucho placer haciéndolo en un vehículo.
- No nos referimos a eso.
- ¿Entonces?
- El acto sexual es para procrear no para experimentar goce.
- Y que culpa tiene la gente de que le guste hacerlo.
- Eso es secundario.
- Como va a ser secundario si no diese gusto nadie estaría interesado en hacerlo, es muy cansado, entonces el descenso de natalidad sería espectacular. La humanidad podría desaparecer, y todo por dos subnormales como vosotros.
- Pero es que el sexo no es para el placer.
- Han probado ustedes la reproducción por esquejes, iría que ni pintada con vuestra filosofía.
- No se nos ha ocurrido.
- ¿Ven ustedes como Jehová ni se entera?. Le echan ustedes cuenta a cualquiera y así os va. Miren, si a ustedes no les gusta el fornicio ¿porqué no se lo machacan y se reproducen mediante esporas, a los hongos les va muy bien, eso sí charlan poco, pero para las tonterías que dicen ustedes
 tampoco importa mucho

Pedro R. Espejo

martes, 13 de abril de 2010

Artículo de Isidro Cuberos - Correo de Andalucia 30/03/2010

Artículo aparecido en "El Correo de Andalucía" de Sevilla el 30/3/2010 "No nos esperes levantado, que ya iremos llegando. Tu a tu aire". Es una esquela de vida que parte de una pequeña astilla de madera de Sevilla que vive esta Semana Santa con el conocimiento de que tiene un final feliz: al tercer día resucita. Por eso la Semana Santa de Sevilla es para todos la explosión de la vida, como la primavera en la que se instala. Si la Semana Santa fuera muerte se celebraría en invierno, allá por enero o febrero. Pero es vida, como la de Chumbalaka. Éxito de vida que se ha conocido con la muerte, porque a los protagonistas les va vivir con el espíritu que define a los locales: el que sabe que la vida permanece después del indivíduo y a pesar del indivíduo. El sentido de la colectiva felicidad. Tú aunque mueras, sigue viviendo porque aquí viviremos por tí. Resume magistral Marina Blesa que este grupo es el resumen de una filosofía que por anscentral resulta nueva: no existe la muerte siempre que continúe la vida creada en los demás, recordada, compartida. No es la esperanza en una resurrección, es la realidad en la persistencia de la vida. Y por eso en Sevilla se entiende la vida en la muerte, se estrena vida en cada cuerpo, en cada vestimenta del Domingo de Ramos. Estreno estacional sin naftaliana. No suenan a muerto las bandas, ni a gloria ni a pesar. Suenan a vida, siseada por el arrastrar de los pies, sss,sss, descalzos o calzados, arrastrando la vida propia y la de los demás, sss,sss, porque es la responsabilidad colectiva de lavida, barroco, explosivo, recuerdo permanente de vida. Jesús de las tres Caídas nos volverá a transmitir otra vez el frío de la piedra en la que apoya su mano pero no el pesar por su pasión real o su pronta muerte. Nos recuerda que la vida está en la piedra, en los ojos que sienten su frío, en la transmisión de los sentidos. El dolor es el tránsito a la vida Si Cristo murió en Jerusalén, resucitó en Sevilla, para vivir en olor a cera, a incienso, a jazmín, Jesús, no me esperes levantado que ya iré llegando. Tú a tu aire. Chumbalaka. Consultor de comunicación isidro@cuberos.com Nota del Chumbalaka Este artículo es un ejemplo de la polivalencia y universalidad del sentimiento chumbalaka. En realidad el texto de la esquela de la que se trata en el artículo se debe a mentes "no creyentes", pero es usado en un contexto religioso. Y no hay ninguna contradicción en ninguno de los aspectos. En el mismo Chumbalaka habemos creyentes y no creyentes, gente de izquierdas y de derechas, sevillistas, béticos y antifutboleros Cuando decimos Manolo, no nos esperes levantado no estamos posicionándonos a favor de la vida eterna ni en contra de ella. Unos pensarán que nos veremos en el más allá y otros en el más acá, en el mismo arriate donde las cenizas de Manolo alimentan a las flores, flores que alegran el ambiente y regalan la vista y el olfato a los paseantes. En lo que nadie puede disentir es que mientras en nuestras mentes permanezca el recuerdo de Manolo, "El Lacio" permanecerá vivo. Pedro R Espejo Responsable de Comunicación (autonombrado) del Club Chumbalaka.

domingo, 11 de abril de 2010

HISTORIA DEL CLUB CHUMBALAKA

El centro neurálgico de la pandilla era la calle Corral del Rey. En el distrito del Barrio de Santa Cruz y cerca de la Alfalfa, en la parroquia de San Isidoro. La calle Corral del Rey, era una calle estrecha pero que era una vía de comunicación con el entorno de la catedral y la Plaza de San Francisco, los días de Corpus Christi pasaba por ella, desde primeras horas de la mañana, una muchedumbre , camino de la plaza antes citada. Igual ocurría el día de la Inmaculada, aunque por la tarde. En la época de culto del Cautivo, las colas del besamanos recorrían la calle y eso que la iglesia de San Idelfonso estaba a trescientos metros. En realidad y según Blanco Freijeiro, catedrático de arqueología de la Universidad de Sevilla, esta calle era parte del cardo máximo fosilizado de la Hispalis romana. La calle principal de norte a sur, de ahí su denso tránsito. Más tarde en época visigoda en Corral del Rey estuvo situado el palacio del rey visigodo, de hecho había un capitel corintio de origen visigodo que lo habían adoptado para su arquitectura. Estaba situada en la cota 17, la más alta de la ciudad que dos mil años a.C era un islote del lago Ligustino según el geógrafo y explorador griego Estrabón, ahí estuvo el primer asentamiento humano de la actual Sevilla, el pueblo turdetano, descendientes de los tartessos. En esta calle también estuvo ubicado un estudio de Bartolomé Esteban Murillo, en el plano de Pablo de Olavide, de 1771, ya aparecía la calle con su nombre actual, actualmente los modistos Victorio y Luchino tienen sus estudios en las inmediaciones, pero lo que le dio fama, prestigio y vida a la calle Corral del Rey fue el Club Chumbalaka, quien no conoce la célebre sevillana que dice: La calle Corral del Rey Que la rieguen de romero Que van a pasar por ella  siete chumbalakas buenos.                                                                                                                                                Veni, vidi, ligui: Como vecinos de la Sevilla romana éste era el lema del Chumbalaka, “Llegué, vi, ligué”, un tributo a Julio César, fundador de Hispalis. No eran unos playboys, pero en términos futbolísticos tenían un alto porcentaje de aciertos de cara a la portería contraria. Había otra gente, “La Mancuerna”, eran especialistas en ligar con extranjeras, muy guapas, pero muy “sosas”. Las paseaban orgullosamente por la Avenida de José Antonio, hoy de la Constitución. Los chumbalakas se dedicaban al producto nacional, especialmente las turistas españolas, pues las recatadas españolas de la época cuando salían de su entorno se olvidaban el recato en su mesilla de noche, eran quizás menos espectaculares pero entendían los chistes y tenían más gracia. Por lo general no eran muy partidarios de la exhibición, más bien todo lo contrario. Si el célebre personaje de la tele, Félix Rodríguez de la Fuente, los hubiera estudiado hubiera dicho con su entonación característica: “El chumbalakus hispalensis en la época de celo, busca incesantemente a las hembras foráneas que llegan a Sevilla, para iniciar su ancestral rito primaveral de apareamiento, o al menos intentarlo. El resto del año el chumbalakus sobrevive merced a las incautas féminas del territorio sevillano”

Los miembros:
Ángel Luís, José Manuel, Juan Carlos y Pedro. Núcleo primordial de lo que luego sería el Club Chumbalaka. Ángel Luis y José Manuel eran los guapos oficiales, eran capaces –especialmente José Manuel- de inventarse los rollos más increíbles para ligar. Les contaban a las niñas que estaban acabando los estudios de ingenieros, o arquitectos, o cualquier otra cosa, sólo la exagerada candidez de las chavalas podía permitir que se creyesen que un tío de 16 años estuviera a punto de ser licenciado. En ocasiones eran la infantería para romper las defensas, pero cuando éstas habían caído aparecían Juan Carlos y Pedro, los “graciosetes” y les buitreaban a las niñas. Otras veces eran Juan Carlos y Pedro los que abrían el fuego y los guapos aprovechaban de la escabechina. José Manuel era el más temerario de todos, con una diferencia abismal respecto al más próximo. No le daba miedo nada, ni vergüenza, embustero y simpático a más no poder, además era una auténtica mula, con una fuerza natural increíble. Cuando le daba lo que el llamaba una “averiguación” agarraba al más próximo, por lo general Pedro, le daba el “abrazo del oso” mientras sacaba manos de no se sabe donde y clavaba sus nudillos en las costillas de la victima haciéndolos girar sobre las mismas. A el le parecía muy gracioso, le llamábamos “El Caso Extraño”. Ángel Luis, tenía un lunar en la mejilla derecha que le daba un aire especial y hacía furor entre las niñas (digo que tenía un lunar porque más tarde en su madurez lo perdió al afeitarse). Era un “manitas” y muy buena persona, pero discutir con él -cosa frecuente porque siempre pensaba lo contrario de lo que pensaba cualquiera- adquiría carácter de bronca. Lo llamábamos “El Desagradable”. Si estabas discutiendo con él y de golpe le dabas la razón para no discutir, él te solía responder: “a mi no me vayas a estropear la discusión”, era imposible no discutir con él. Ahora, en ese sentido, está peor todavía, genio y figura.

Juan Carlos, inteligente, siempre estaba diciendo frases con doble sentido, las chavalas se partían de risa con él, su irresponsabilidad ante el peligro era proverbial, se montaba, por la noche, en la moto con Eduardo que como él no veía “tres en un burro” y cuando Eduardo preguntaba para donde era la curva que parecía aproximarse, a Juan Carlos, en el sillín trasero le daba la risa floja.                                                              Pedro, era, por lo que se refiere al sentido del humor, por el estilo a Juan Carlos. De la misma forma que Ángel Luis y José Manuel formaban tandem, Juan Carlos y Pedro también lo hacían. Pedro tenía dos pasiones: la música y la lectura, cuando las hormonas se le alborotaron el sexo entró en la terna, Pedro arrinconó su timidez en el altillo del armario y se lanzó al procelosos mundo del “aquí te pillo aquí te mato. Como era más partidario del diálogo que del monólogo, y como la avaricia es un vicio y compartir una virtud, Pedro, joven virtuoso, decidió compartir sus estrenadas cualidades con sus semejantas lo que en realidad era una característica común de los “chumbalakas”, que azotados desde pequeños por los curas preveníendolos sobre los peligros del “pecado solitario”, que según los “experimentados sacerdotes” provocaba llagas en el paladar – se cree que más bien producía problemas de callosidades en las manos- optaron por el “pecado solidario”, en pareja y si había ocasión en colectividad, de ahí nacieron las fiestas de la “difi”, de cuya historia podrán documentarse los lectores ávidos de cultura un poco más abajo. Por lo demás el sexo en compañía proporcionaba ocasión de hacer nuevas amistades, charlar, etc.               Marcelino: en el Chumbalaka había gente de todas las tendencias, políticas, religiosas, futbolísticas, etc., incluso estaba Marcelino al que le gustaba trabajar. Era primo de Juan Carlos y Ángel Luis, que no lo habíamos dicho antes pero eran hermanos. Se acercó al Chumbalaka en una época en que estaba peleado con su novia Nieves, cuando se arregló de nuevo con ella desapareció, al parecer novia formal y Chumbalaka eran conceptos antagónicos.
Manolo Díaz:  Era chico de confianza de Benito Villamarín, que por aquellos tiempos era presidente del Betis, era un importante exportador de aceitunas. Solía enviar felicitaciones navideñas a las embajadas de los países de sus clientes y a importantes empresas del ramo. El encargado de echar aquellas a correos era Manolo que se las llevaba previalmente al Chumbalaka donde, encima del membrete de Benito Villamarín, les ponían una pegatina del Club. En respuesta, en el mismo, se recibían por Navidad felicitaciones de las empresas más importantes y embajadas extranjeras. Fue de los primeros en entrar a trabajar en el Corte Inglés cuando esta empresa se instaló en Sevilla a mediados o finales de los sesenta. Los empleados de esta empresa estaban todos cortados por el mismo patrón, Manolo se salía del mismo, tenía personalidad, el Corte no iba con él (como iba a ir con el Corte un tío que no se cortaba ni un pelo). Tenía ideas innovadoras, diez años antes de que las pipas de girasol se comercializasen en bolsas de plástico ya se le había ocurrido a él la idea, pero en la pandilla eran demasiado jóvenes como para conseguir financiación, lo mismo le pasó con el gazpacho envasado, esto no se hizo hasta la Expo de 1992. Fue pionero en instalar máquinas expendedoras de preservativos en locales públicos en España.
Le llamaban el “Suave”, pues a lo tonto a lo tonto se llevaba al huerto a toda la que se confiaba. También le decían el “Lacio” por su aspecto desgarbado. En asuntos de la pandilla Manolo siempre llegaba tarde, no diez minutos ni un cuarto de hora sino varias horas, además si les decían algo al respecto miraba con cara de inocente y respondía: ¿Qué pasa, no he llegado acaso? La única vez que llegó puntual fue en sus funerales si hubiese dependido de él habría hecho esperar un buen rato al respetable”.                                              Juan Francisco: Llegó a la pandilla de la mano de Juan Carlos con el que coincidió en un colegio. Era un gran conversador, podía pasar horas con uno intercambiando ideas, problemas y cosas así. Entendía mucho de enfermedades, le encantaba el tema, presumía de su distonía neurovegetativa, el resto del grupo no podía competir con él en este aspecto, todo lo que se podía oponer a su “glamourosa” distonía eran una vulgar halitosis o un dolor de callos. Se pensaba que se iba a hacer médico, pero como le gustaban más las enfermedades que la medicina prefirió hacerse enfermo. Junto a Juan Carlos y Pedro integraban una sección semiclandestina de los chumbalakas, los 15 Pesetas, (quince pesetas eran tres duros) comprueben el “inteligente” juego de palabras. Mientras Ángel Luis y José Manuel perdían el culo tras las niñas, los quince pesetas se lo tomaban con más filosofía cosa que a veces resultaba bien y a veces no pero cada cual tiene su estilo.                                                                                                                                                       Eduardo: Fue el último en llegar al Chumbalaka. Cualquier cretino que se pasase dos o tres horas sentado en un escalón en la calle esperando la deliberación sobre si se le admitía como socio en el club demostraba el grado de insensatez requerido para ser un chumbalaka. Además era un niño superdotado, lo comprobaron un día que se bañaron desnudos en los lagos de Villaverde. También poseía una fijación compulsiva con destripar cualquier aparato electrónico que cayese en sus manos. A la madre de Pedro le cogió una radio para arreglarla y ya no la volvió a ver. La madre le preguntaba: Pedro ¿Cuándo va atraer Eduardito la radio?, y Pedro tenía que inventar cosas increíbles: “Mamá es que tiene estropeada la carcasa de los megahercios y se le han desparramado los amperios, tienen que mandar la pieza desde Hamburgo”. Menos mal que en el ínterin se inventó la televisión -o al menos en España fue como si se hubiese inventado- y la madre de Pedro se compró una y ya se le olvidó el dichoso aparato de radio. Era el freudiano de la pandilla, le encantaban las chavalas con problemas psicológicos. Cuando dejaba a una chica en su casa le encantaba relatar los problemas de la misma y su diagnóstico. Tenía un sentido del humor inteligente que se complementaba perfectamente con el de Juan Carlos y Pedro, los tres eran una especie de Groucho Marx fusionado con Tip y Coll y Woodie Allen, mezclados en una coctelera y servido en una elegante copa de plástico barato.

Los "guateques"
La creación del Club Chumbalaka tiene una fecha fundacional el 28 de Diciembre de 1962 (día de los Inocentes), coincidió con la gloriosa época de los "guateques". Un guateque era una  cosa muy divertida especialmente si tenemos en cuenta la España gris y pacata del franquismo, si bien el régimen de don Paco ya había empezado un proceso de apertura comercial al exterior, que comenzaba a producir unos cambios, indeseados por ellos, en aspectos diferentes a los comerciales. El turismo, los viajes al extranjero, la música. Incluso en la Iglesia Católica se produjeron cambios (Vaticano II), de hecho la mejor emisora musical era Radio Popular, que además tenía un Cine Club de lo "más progre", !quien hubiera imaginado que Radio Popular  hubiera sido el germen de la actualmente "super carca" Cadena Cope¡.

Pues bien por aquella época, principios de la década de los sesenta, que los jóvenes españoles vivían entre el disfrute de las nuevas tendencias que entre rendijas entraban y la envidia de ver por la televisión y a través de los turistas de la forma tan diferente que se vivía en el extranjero, se crearon su pequeño mundo de libertad. Los Domingos, por la mañana a misa y por la tardes al cine o a los guateque, hasta las diez de la noche en que las niñas se recogían. En verano hasta un poquito más tarde.

Los guateques del Chumbalaka se empezaron a realizar en casa de Pedro, que tenía un patio grande y una familia paciente. En la tabla de la plancha de la madre de Pedro escribieron un cartel con el nombre  del Club Chumbalaka, los domingos lo amarraban a la parte alta del quicio de la cancela,  por la mañana venía el repartidor de Cruzcampo y el de Coca Cola, gestión del "Presi" Manolo Díaz que llegó a entrevistarse personalmente con los directores de estas empresas a los que el Chumbalaka les cayó en gracia y les proporcionaban mostradores y neveras de la época. Marcelino era el encargado de la barra, se vendía barato sin la intención de hacer el negocio del siglo, sólo lo suficiente para obtener fondos para las actividades, como la compra de bebidas o de discos, cuestión ésta última de la que se encargaba Pedro que pondría con esto los fundamentos de su posterior carrera en el mundo discográfico y radifónico, disc jockey y productor musical. Durante el guateque había diferentes actividades que atender, la venta de tickets, servir bebidas, cerveza, refrescos o coca-cola - no había bebidas duras- poner música, etc., establecíamos turnos para que no hubiera "pringaos". La música era de lo mejorcito de la época, Beatles, Rollings, Elvis, Brincos, Sirex, más tarde ya sobre el 66 o el 67  Hollies, Beach Boys,  Doors, Memphis Soul, etc.

La mejor época del año era la Semana Santa, ¿por las cofradías?, ¿la música de las bandas?, ¿el olor a incienso?, ¿el azahar?, seguro que si se le pregunta a un capillita actual te dira que por todo esto. Para los Chumbalakas la Semana Santa, aparte de sus atractivos que nadie ponía en duda, era la época que los cazadores denominan "final de la veda", durante una semana las niñas tenían permiso para llegar tarde a casa, para ver las procesiones y las entradas en los templos que siempre eran tarde. Se podía estar con las chicas hasta la una o las dos de la madrugada. Los mejores "fiestorros" se celebraban en esa época.En realidad los Chumbalakas tenían un calendario lunar propio, celebraban a Don Carnal en plena Cuaresma.
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La Dififersu. Una institución en la historia del Chumbalaka. Mayo del 68 francés, movimiento hippy en California, sus influencias en el pensamiento político y sexual llegaron a España, muchos no se enteraron y muchos adoptaron hábitos diferentes aún sin saber de qué iba aquello.Los chumbalakas políticamente estaban bastantes alienados como casi todo el mundo en España (excepto universitarios y movimiento obrero), pero en el aspecto sexual se pusieron al día rápidamente, la juventud femenina comezó una etapa de búsqueda y dejaron de resistirse a su propia naturaleza. La Dififersu fue la segunda etapa tras la de los guateques más o menos inocentones con algún que otro “magreíllo”. El nombre del lugar tiene su “porqué”. Resulta que Manolo, Juan Carlos y Pedro estaban realizando unos cursos de Diplomados en Fitopatología y Fertilidad de Suelos y acondicionaron para estudiar un viejo lavadero en la azotea de Juan Carlos y Ángel Luis, local de estudios que proyectaban se convirtiera en la oficina principal de la empresa que pensaban crear para liberar al agro andaluz de leptinotarsas desemlineatas, conorrinchus mendicus, barathas brasicae y otros enemigos de las cosechas. El nombre de Dififersu estaba compuesto por la primera sílaba de cada palabra de la diplomatura antes mencionada. Como todas las empresas tienden a diversificarse, reciclarse o reconvertirse, la “difi” (nombre familiar) también lo hizo. Con unos pequeños cambios decorativos, forrado de las paredes con arpillera, asiento corrido a lo largo de la pared, manufacturado a base de cajas de Cruzcampo, ¡que gran compañera de viaje!, sobre el que se colocó una gruesa goma espuma y todo debidamente forrado, se le añadió un sistema sonoro Hi-Fi para ambientar cuyo altavoz estaba escondido en la chimenea, y el uso fitopatológico se complementó con el área de relaciones e investigaciones sociales, o lo que algunos denominaban simplemente “picadero”. La “difi” tenía inconvenientes y ventajas. Entre los inconvenientes estaba el que al permanecer la luz apagada durante las reuniones sociales no se podían realizar ciertas actividades, como hacer ganchillo o leer “El Quijote”. En cambio y en el lado positivo la oscuridad permitía, previo acuerdo interchumbalaka, salir al exterior con la excusa de ir al servicio, al aire libre en la azotea, que permitía evacuar líquidos mientras se contemplaban las estrellas –los chumbalakas eran en el fondo unos románticos empedernidos- y al volver ocupar un lugar en el banco corrido (pero limpio) al lado de otra chica diferente mientras que el otro compañero hacía lo propio en el asiento que quedaba libre, la mayoría de las veces con la complicidad de las chicas a las que el truco les venía muy bien para salvaguardar su inocencia. Esto permitía solucionar el problema de la endogamia, y sirvió a Rodríguez de la Fuente para su tesis “Los hábitos amatorios de los chumbalakas en plena oscuridad” que junto a la célebre teoría del “Apareamiento de la mosca común en pleno vuelo”, formaban parte de la cumbre de los estudios sobre comportamiento animal (nunca mejor dicho lo de animal) que hubieran sido un best seller mundial de no ser porque alguien con sentido común los archivó en un contenedor de basuras y acabaron en un vertedero, lugar para el que desde luego reunían méritos sobrados.